
El pueblo indígena Ñamepaco, ubicado entre Colombia y Brasil, comparte sus experiencias ancestrales en el uso y estudio de plantas medicinales.
Desde sus ancestros los ñamepaco ya clasificaban y utilizaban las plantas con fines curativos.
Hoy, sus saberes se acercan a la ciencia mediante la creación de fichas botánicas que conectan el conocimiento ancestral con el científico.
Los ñamepaco heredaron sus conocimiento de Iñapirruculi, su dios protector, está profundamente arraigado a su forma de vida, lo que hace imprescindible que cualquier intento de comercialización respete su cultura y su autonomía.
Desde 2024, en alianza con investigadores locales y el Herbario del Jardín Botánico de Bogotá, el pueblo Ñamepaco ha identificado plantas para desarrollar productos como cremas y aceites, señala el diario El Espectador.
Esto podría generar avance y bienestar para sus comunidades. Sin embargo, no existen mecanismos sólidos que protejan los conocimientos tradicionales ni aseguren la distribución equitativa de los beneficios.
Pese al reconocimiento constitucional de la autonomía indígena en 1991 y recientes avances como los decretos 1275 y 488, Colombia carece de una ley específica que proteja de manera integral el conocimiento ancestral.
Instrumentos internacionales como el Protocolo de Nagoya o la Decisión 391 de la Comunidad Andina tampoco tienen fuerza legal vinculante dentro del país, lo que deja a los pueblos indígenas en una situación de vulnerabilidad frente a terceros interesados en sus saberes.
Esta falta de protección permite que los nombres científicos y los usos medicinales documentados se desvinculen del proceso comunitario que los originó, dificultando el reconocimiento del aporte indígena.
Líderes como Ricardo de la Pava, de la Fundación Gaia Amazonas, subrayan la necesidad de crear un protocolo biocultural nacional que regule el uso del conocimiento tradicional y permita la interacción equitativa entre el conocimiento indígena y el científico.