Tejido de Profesionales Indígenas

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Diálogo de saberes epistémicos

Diálogo de saberes epistémicos

EL PUENTE ANCHO Y AZUL DE LA ORALITURA (primer avance)
( Escribe Elicura Chihuailaf )
http://www.elperiodista.cl/newtenberg/1657/article-62938.html

Mis ex alumnos y alumnas de la Universidad en Temuko organizaron un concurso de poesía; me pidieron que oficiara de jurado y luego que presentara la edición -que ahora gestionan- de dichas creaciones. Más allá de la probable perfección o imperfección de los escritos presentados, les digo: a ustedes y a nosotros nos reúne la fe en la Palabra poética (y no me refiero sólo a los versos sino sobretodo a sus Sueños). El trabajo de la Palabra, como su totalidad en nuestra breve existencia, nunca concluye, siempre es perfectible, nos dicen.

Lo que importa de verdad es el interés y la complicidad que demostraron tanto el joven impulsor del concurso como las jóvenes/los jóvenes participantes en él. Haber compartido tan hermoso gesto fue un regalo para mi espíritu; aire que me permitió constatar una vez más que en todo tiempo -y a pesar de la aparente pérdida del humanismo en el sistema actual de libremercado- la Palabra poética nos ayuda a persistir en el Azul de los Sueños, pues nos permite vislumbrar otra/s Palabra/s que siempre tímida/s, sencilla/s, resplandece/n en el misterio de la cima del Universo; la Palabra poética que nos ayuda a avanzar en el tan difícil arte de Escuchar. Lo ya dicho, escuchar la naturaleza y a los seres humanos que pasan o están a nuestro lado y aquellas/aquellos que viven en los libros y que nos hablan y nos enriquecen desde sus diversas visiones de mundo.

Así, por ejemplo, el escritor ruso (maestro de la literatura universal) Máximo Gorki, en uno de sus ensayos -en el que transita el puente de la oralitura- nos habla de su vivencia con los libros: “Intoxicado por la novedad y el bienestar espiritual del mundo que los libros me habían revelado, al principio empecé a considerar los libros, más bellos, más interesantes y afines conmigo que lo que era la gente, y creo que me cegué un poco al considerar las realidades de la vida a través del prisma de los libros. Sin embargo, la vida, que es el más sabio y severo de los maestros, pronto me curó de esta deliciosa ceguera”. Pero, más tarde, no demediado sino dual, nos dice: “Amad los libros que son una fuente de conocimiento; sólo el conocimiento es sano y el conocimiento sólo puede haceros espiritualmente fuertes, honestos e inteligentes, capaces de abrigar sincero amor por los seres humanos, respeto por su labor y cálida admiración por los espléndidos frutos de su elevado e incesante esfuerzo.

Cada cosa que el ser humano ha hecho, cada cosa aislada que existe, contiene alguna partícula del alma del ser humano. Esta alma pura y noble está contenida en la ciencia y en el arte en mayor medida que en ninguna otra cosa y habla con la más grande elocuencia y claridad a través del medio y la acción de los libros”. “(…) los libros son el espejo del espíritu humano y reflejan la angustia y el tormento de la creciente alma del hombre; la ciencia, es la poesía de la mente, y el arte, es la poesía del corazón”.

El abuelo Cocom Pech, en la voz de su nieto Jorge -oralitor maya con quien el año noventa y cuatro, en Tlaxcala (México), compartí el incipiente concepto de oralitura- nos está diciendo: “El hombre que vive y no Sueña es un hombre muerto en vida. Más ¡ay de aquel que Sueña y no realiza sus Sueños! Acosado por las pesadillas acaba por sucumbir al insomnio de una realidad que no es suya. Realizando tus Sueños no serás esclavo de nadie, ni pretenderás someter a otros porque habrás probado los caminos de tu verdadera liberación. Recuerda siempre que, en el universo de la naturaleza, los Sueños se convierten en realidad. La lluvia es el Sueño del agua. El humo es el Sueño de fuego. El Azul del cielo es el Sueño eterno del aire”.


LA ORALITURA (Segundo avance)
( Escribe Elicura Chihuailaf )

 


Desde hace algunos años ya que intentaba atisbar alguna respuesta a reiterativas preguntas acerca del proceso escritural de los creadores indígenas, incluida -desde luego- mi propia escritura. Me detuve entonces a reflexionar. Me di cuenta que de tiempo en tiempo entraba en un Sueño en el que me quedaba para vivir mis días desde, y en, lo cotidiano y lo trascendente. Del diálogo entre mi espíritu y mi corazón (no siempre tan fluido ni transparente como quisiera) me iban habitando textos en la oralidad que aguardaban allí, en ese fogón, para ser escritos. Mientras tanto, para oír su música, me los decía en voz alta, o se los decía a mi madre, a mi padre, o a la tía María.

Como mi referente más cercano estaba mi libro de poemas “De Sueños Azules y contrasueños”. Sólo de cuando en cuando algunas notas, como señales de su derrotero. En 1994, vista mi intermitente permanencia en mi comunidad llegó el momento en que esos Sueños me pidieron respirar también en la
Tierra que Andamos. Me instalé entonces en la pieza de madera donde está aún el viejo escritorio que me regalaron mis padres; en casi dos meses estuvo conformado dicho libro.

Ya estaba presente ante mí la posibilidad cierta de la publicación. La posibilidad de ir más allá de la conversación conmigo mismo y con mis hijas y con mis hijos, y las hijas y los hijos de ellas, de ellos; conversación que podía ser también una instancia de diálogo más amplio, en principio con la sociedad chilena.

En 1995, en un Encuentro de Escritores Indígenas de América, en la ciudad de Tlaxcala (México), a mi hermano maya Jorge Cocom Pech le comenté de mis reflexiones y le manifesté mi necesidad de saber su opinión. Le dije que había llegado a la transitoria conclusión de que yo era un “oralitor”, porque me parecía que mi escritura transcurría al lado de la oralidad de mi gente, de mis mayores (en el respeto hacia ellos, hacia ellas: a su pensamiento), no en el mero artificio de la palabra.

Le dije que, además, mi escritura se sostenía en la memoria de mi infancia en la comunidad de Kechurewe, es decir, en mi vivencia de mis conversaciones con los árboles, los bosques, los esteros, los pájaros y las nubes; en mi vivencia de los rituales cotidianos a orillas del fogón de mis abuelos y de mis padres; en mi vivencia de los grandes rituales como el Gillatun (Rogativa de agradecimiento y petición). En mi vivencia de la palabra Azul.

De otro modo, le dije que mi “oralitura” -en lo atingente al mundo de lo nombrado- habla a partir de lo que conozco y puedo reconocer en cualquier lugar que esté: como el aroma de las flores y de las hierbas y plantas medicinales de nuestras montañas. De allí también mi permanente y profundo agradecimiento por la maravillosa revelación de lo innombrado que media entre la oralidad (su verbalizacion y el misterioso sonido del silencio) y la escritura.

Convinimos que nuestra ritualidad ante la escritura, sin la intención de calificar, es diferente. El elemento esencial es que partimos desde visiones de mundo distintas (en ningún caso excluyentes) y de una relación también distinta con lo que es el libro como cuerpo y objetivo primordial. Todo esto como una constatación, nada más. En definitiva, concordamos que era necesario continuar en el intercambio de ideas en torno a la Oralitura, para ir acotando su fundamentacion. Así lo hicimos en el Taller Suramérica de Escritores en Lenguas Indígenas que se desarrolló en la Región Mapuche, en 1997, en un conversatorio en la ciudad de Cunco /Agua que dice cumcum. A ello se refirió después mi hermano yanacona (pueblo que habita en departamento del Cauca, en el sur de Colombia) Freddy Chicangana, en un artículo en el diario “El Espectador” de Bogotá.


“Los indígenas vivimos la oralitura”, dice Chihuailaf
MAPUCHE • El vate chileno Elikura Chihuailaf es uno de los invitados a la FIL. “Lo estético une a las culturas indoamericanas”, afirma. Anticipa su llegada y regala un poema.
| Agosto 3 de 2007

 


Se reconoce mapuche y en su idoma materno, el mapuzugun, escribe. El poeta chileno Elikura Chihuailaf es uno de los principales invitados de la XII Feria del Libro. Desde su Temuko natal, el escritor habla de oralidad y literatura, envía un saludo “azul” y regala un poema a La Razón.

¿Cómo concibe la literatura de los pueblos originarios?

Yo diría que aún no existe la literatura indígena, lo que hay es la ´oralitura´ indígena. Si el fonema lo ha aprendido, y lo aprende, el ser humano de los sonidos e imágenes de la naturaleza y de su infinito (la oralidad que está llena de onomatopeyas), y el grafema es su artificio (la escritura), la literatura es el artificio del artificio. Nosotros los indígenas escribimos al lado de la oralidad, escuchando la palabra de nuestros mayores que luego conversan con nosotros en nuestros escritos. En definitiva, me parece que nosotros aún estamos entre la oralidad y la escritura: la oralitura.

Si la literatura es universal, ¿cómo entiende literaturas “indígenas´ o ´marginales´?

La oralitura indígena es también universal en la medida que habla desde y del lugar que habitamos. Suele decirse –con mucha razón— que referir lo local es lo más universal, pues ´comunica´ —de modo profundo— a los demás seres humanos su manera propia de habitar, ´conminando´ a recordar que todos los seres humanos, más allá de las geografías y visiones de mundo, estamos parados ante el infinito preguntándonos de maneras diversas y con distinta constancia: ¿quiénes somos?, ¿adónde vamos? Apelando a nuestras expresiones más bellas en el intento de respondernos.
Las denominaciones de literaturas femeninas, indígenas o marginales son, me parece, una forma de reivindicación, pero también son categorizaciones que surgen desde los estudiosos / estudiosas con el fin de indagar, comparar y –a veces— de incluir o excluir.

¿Cómo es su poesía a partir de su legado mapuche?

Es una manera de vivir: una manera de relacionarse con la Tierra —con todos los seres vivos y con aquellos aparentemente inertes que habitan el lugar en que uno nació—, con todos los espíritus ´Dueños / Dueñas´ (de las aguas, de los bosques, etc.), y con todos los miembros de la comunidad a la que uno pertenece (mapu: tierra, che: gente). Una manera de relacionarse con el azul, el color que nos habita y que habitamos: ´El primer espíritu mapuche vino arrojado desde el azul del este / del oriente´, nos están diciendo.

¿Encuentra relaciones estéticas entre mapuches, aymaras, quechuas o guaraníes?

Conozco muy poco de la poesía y prosa aymara, quechua y guaraní; sí creo conocer bastante de la poesía y prosa maya, zapoteca, huichola, nahuatl, quichua. En todo caso, me parece que todas están intensamente relacionadas desde el punto de vista estético, pues pertenecen a la oralitura. Somos habitados por visiones de mundo semejantes (lo circular), por lo que nuestra actitud poética ante lo cotidiano y lo trascendente nos lleva a una escritura que además está rodeada por problemas semejantes.

Su obra es bilingüe, ¿cambia la experiencia de escritura según el idioma que utiliza?

Sí. El mapuzugun (idioma de la Tierra) es aglutinante y más interiorista, por lo que al hablarlo se inspira, a diferencia del castellano, en que se expira y es descriptivo. El mapuzugun es –a mi juicio— más espiritual, más poético.

¿Qué siente al visitar Bolivia?

Es la primera vez que voy a Bolivia. Tengo muchas expectativas de conocer el clima humano y geográfico que se vive hoy en vuestro país con un hermano indígena como Evo Morales ocupando el cargo político más importante.

La llave que nadie ha perdido

La poesía no sirve para nada
me dicen
Y en el bosque los árboles
se acarician
con sus raíces azules
y agitan sus ramas el aire
saludando con pájaros
la Cruz del Sur
La poesía es el hondo susurro
de los asesinados
el rumor de hojas en el otoño
la tristeza por el muchacho
que conserva la lengua
pero ha perdido el alma
La poesía, la poesía, es un gesto
un sueño, el paisaje
tus ojos y mis ojos muchacha
oídos corazón, la misma música
Y no digo más, porque nadie
encontrará
la llave que nadie ha perdido
Y poesía es el canto de mis
Antepasados
el día de invierno que arde
y apaga
esta melancolía tan personal.


Temuko, Región Mapuche, Luna de los Brotes Fríos
(Invierno), 2007

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